* 1 DE DICIEMBRE. Murió la República Liberal - Neoliberal. Nace la Liberal - Social.
* Derecha e Izquierda se dan la mano.
* "Que tus buenas intenciones, no te impidan hacer lo correcto"
(Krishna a Arjuna antes de la Batalla) #Orientaciones de Julius #Evola. Postura del #Sinarquismo |
Nosotros, Mujeres y Hombres del "#Movimiento Sinarquista, vemos con crítica los retoques de una República que sigue sin comprender, que los grandes cambios históricos no son de Partido. Sino más profundos. Son del espíritu humano.
Hasta éste momento, los entusiastas de la llamada Cuarta Transformación, repiten consignas de los políticos perdedores. Triunfalismo, acarreo, negacionismo, falta de crítica.
Y los críticos de ésta Cuarta Transformación, no nosotros, sino los de los Partidos vencidos, han corrido a cambiar de camiseta o bien, a quejarse de lo que ellos en su momento hicieron.
Ojalá que López Obrador nos calle la boca y nos sorprenda para bien. Ojalá que muy pronto, nos demuestre que nuestras dudas fueron inútiles. Ojalá que nos enseñe nuevas formas de eficiencia y de resultados con ética. Ojalá. Quiera Dios.
Pero somos diferente al hombre o a la mujer de rebaño. No buscamos que nos acomoden en un hato para ser conducidos. Los #Sinarquistas, somos mujeres y hombres diferenciados. Distintos. Críticos, analíticos.
Traemos aquí, una reflexión de la obra "Orientaciones" de Julius Evola.
Es nuestra postura. No basta el Progreso, no basta la Política. Falta el Espíritu y la Civilización.
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Nada han aprendido de las lecciones del pasado reciente quienes hoy todavía se ilusionan a propósito de las posibilidades de una lucha puramente política y sobre el poder de tal o cual fórmula o sistema, si no se parte, ante todo, de una nueva cualidad humana. Es éste un principio que hoy, más que nunca, debería aparecer con una evidencia absoluta:
Si un Estado tuviera un sistema político o social que, en teoría, valiera corno el más perfecto, pero en el cual la substancia humana fuese deficiente, entonces este Estado descendería antes o después al nivel de las sociedades más bajas, mientras que, por el contrario, un pueblo, una raza capaz de engendrar verdaderos hombres, hombres de intuición justa y de instinto seguro, alcanzaría un alto nivel de civilización y se mantendría en pie, firme frente a las más arduas y calamitosas pruebas, incluso aunque su sistema político fuera deficiente o imperfecto.
Hay que adoptar, pues, una precisa posición contra el falso “realismo político”, que piensa sólo en términos de programas, de problemas, de organización de partidos, de recetas sociales y económicas. Todo esto es contingente y no esencial. La medida de lo que aún puede ser salvado depende, por el contrario, de la existencia o no de hombres que vivan no para predicar fórmulas, sino para ser ejemplos; no para ir al encuentro de la demagogia y del materialismo de las masas, sino para despertar diferentes formas de sensibilidad y de interés. A partir de lo que, pese a todo, sobrevive aún entre las ruinas, reconstruir lentamente un hombre nuevo, animarlo gracias a un determinado espíritu y una adecuada visión de la vida, fortificarlo mediante la adhesión férrea a ciertos principios. Este es el verdadero problema.