EDITORIAL. Contrario a la historia del Altiplano, del Valle de México, en el Occidente del País, no hubo historia de guerras generalizadas entre imperios.
Lo que hubo, en el Siglo XVI, fue una serie de choques y conflictos al irse fundando nuevos pueblos y villas según avanzaban los colonos españoles y de las etnias aliadas, como los tlaxcaltecas.
Estos choques, tuvieron su culmen en la llamada Guerra del Mixtón. Conflicto entre la confederación de tribus y pueblos con Tenamaztle al frente, que dieron la batalla para expulsar a los recién llegados.
La guerra tomó grados de brutalidad legendaria, hasta que la situación llegó a ser un estancamiento.
El Relato Zapopano, narra que la Virgen de Zapopan aparece en lo alto de una Peña, donde franciscanos y ancianos de los Pueblos signaron la paz.
La aceptación del Culto, no significó la derrota de los Pueblos, pues pudieron mantener una serie de acuerdos, territorios y el Señorío, hasta muy avanzado el Siglo XIX... y hasta el XX.
Otros personajes, protagonizaron un nuevo modelo de fundación de Ciudades. Destacando la fundación de Guadalajara, que tras la imposibilidad de establecerse, por el ambiente de guerra, pudo instalarse y comenzar su historia.
Zapopan, pues, representa un hito de pacificación y acuerdos entre los Indígenas rebeldes y los españoles y aliados.
Por ello, la historia de la entonces "Nueva Galicia", debe estudiarse con otros elementos diferentes a la Nueva España, para comprenderse.
Este es el contexto de la Película que Ofelia Medina ha producido y narrado.
De "La Jornada".
La Virgen de Zapopan representa esta aceptación de la religión católica de parte, en este caso, de los chichimecas para sobrevivir y continuar. Hecha de maíz, fue la identificación con los indios; ella representa el mestizaje, afirmó la actriz en la rueda de prensa posterior a la proyección del filme.
También muestra la visita anual de la virgen a Chapala, donde se dice que su presencia propicia las lluvias en la región para evitar que el lago más grande del país se seque.
Ofelia Medina hizo hincapié en la musicalización de la película, en la que matachines, tatachines, tastoanes y danzantes de todas las edades muestran su entusiasmo y cómo se hilvana –con sincronía absoluta– con la música prehispánica de tlapitzallis (flautines), atecocolli (caracoles), huilacapitztli (ocarinas) y tambores, tejido de imágenes y sonidos que transmiten el fervor y sincretismo de los fieles que no paran de bailar hasta caer en la absoluta fatiga dedicada a su patrona.
Sostuvo que dedicó el filme a Rosendo Plascencia y a la abuela de Marisol, ambos decanos danzantes: el primero fallecido a causa de Covid-19 y la segunda debido a la edad, durante el proceso de edición de la cinta.
–¿Por qué aceptó trabajar una temática de esta naturaleza, qué significa para usted la Virgen de Zapopan?–, se le preguntó a Medina.
–Es mi primer y último pensamiento cada día. A ella agradezco lo que soy y lo que somos, su luz y su fuerza, su piel morena y su amor a los niños. Es mi faro, mi luz y mi inspiración.
La película fue patrocinada por empresarios jaliscienses devotos de la virgen, muchos presentes en la sala. De acuerdo con Lemus, no se invirtió dinero público, pero sí un enorme esfuerzo que representó para Ofelia Medina, quien tenía largas jornadas que muchas veces iniciaban a las 4 de la madrugada.
La actriz, como lo hace en el documental, ofreció una disculpa “si alguna mirada, algún mal gesto ofendió a alguien, lo hicimos con todo nuestro amor.
Esto no se logró con una persona, somos muchas; no sé cuántas cámaras, kilómetros, días y revisiones de los mejores momentos tuvimos, pero ahí está el trabajo, lo hicimos de todo corazón y esperamos que conmueva y emocione como nos ha emocionado a todos nosotros, concluyó.
https://www.jornada.com.mx/notas/2021/10/04/cultura/para-ofelia-medina-la-virgen-de-zapopan-hecha-de-maiz-representa-el-mestizaje/
https://arquidiocesisgdl.org/virgen_zapopan.php?id=35
En la guerra y en la paz
Diez años después de iniciada la evangelización del occidente mexicano, los grupos indígenas del sur de Zacatecas y norte del actual Jalisco, se sublevaron en una gran rebelión que no se detenía ante ninguna consideración, pues se trataba esencialmente de una guerra de reacción en contra de todo lo español. Era el inicio, de la guerra chichimeca, que arrasó buena parte de los establecimientos tanto misionales como civiles, produciendo numerosos mártires tanto entre los misioneros, como entre los indígenas ya bautizados. Siendo de tan colosales dimensiones la sublevación, debió venir el virrey Antonio de Mendoza, acompañado de numerosa tropa tanto española como indígena. Inevitablemente, la solución que se anunciaba era catastrófica, pues no solamente se perderían muchas vidas, sino que los grupos indígenas, inevitablemente vencidos, serían sometidos a esclavitud, como era costumbre en las guerras de conquista. Es entonces que los misioneros intervienen, de manera directa y efectiva, el padre Antonio de Segovia, que llevando la imagen de la virgen sobre su pecho, parlamentó lo mismo con los caciques sublevados que con el virrey, acordando condiciones de paz y de justicia, que evitaron un mayor derramamiento de sangre. Esta presencia de la virgen en la montaña del Mixtón será de particular importancia en el momento mismo de la guerra, como en los sucesos posteriores a la misma. El propio misionero Antonio de Segovia, dará a la virgen un segundo título, llamándole: “La Pacificadora”