Preguntarse si la "mujer" es superior o inferior al "hombre" es tan poco adecuado como preguntarse si el agua es superior o inferior al fuego. Para cada uno de los dos sexos, el criterio de valor no puede proporcionarlo el sexo opuesto, sino únicamente la "idea" del sexo al que se pertenece. En otros términos, es establecer la superioridad o la inferioridad de una mujer dada con arreglo a su mayor o menor proximidad a la tipicidad femenina, a la mujer pura o absoluta; y lo mismo vale para el hombre.
Las "reivindicaciones" de la mujer moderna, pues, derivan de ambiciones erróneas, así como de un complejo de inferioridad; derivan de la falsa idea de que una mujer, como tal, "solamente mujer", es inferior al hombre. Se ha dicho con razón que el feminismo no ha luchado realmente por los "derechos de la mujer", sino, sin darse cuenta, por el derecho de la mujer a hacerse igual al hombre: cosa que, si fuese posible fuera del ámbito exterior práctico e intelectual, equivaldría al derecho de la mujer a desnaturalizarse, a decaer.
El único criterio cualitativo, lo repetimos, es el grado de la más o menos perfecta realización de su propia naturaleza. No cabe ninguna duda de que una mujer perfectamente femenina es superior a un hombre imperfectamente masculino, igual que un campesino fiel a su tierra que cumple perfectamente su función es superior a un rey incapaz de cumplir la suya.
Julius Evola en Metafísica del sexo
Pintura: Venus Verticordia por Dante Gabriel Rossetti