Vilma Navarro Daniels y Fraño Paukner Nogués
Introducción Jacques Maritain es un filósofo de gran importancia en el S XX.
Sin lugar a dudas, su principal antecedente teórico lo constituye la filosofía de Tomás de Aquino y, a través de él, la de Aristóteles. La filosofía de Maritain ha dado forma a una de las grandes corrientes actuales del pensamiento, esto es, el Humanismo Cristiano que, a su vez, constituye la base teórica de la doctrina de la Democracia Cristiana. Maritain basa su teoría humanista en la idea del hombre integral. El hombre posee diversas dimensiones, las cuales reclaman ser atendidas. No existe peor error que aquel afán por reducir al hombre a una sola de estas dimensiones. El hombre no es puramente un ente económico, así como tampoco es un ente exclusivamente espiritual o creatura angélica.
Maritain hace ver como los reduccionismos, que sólo se preocupan, y, por lo tanto, se ocupan, de una sola faceta humana, terminan por volverse contra el mismo hombre. Ahogan la riqueza de la diversidad de las manifestaciones humanas, haciendo que también la sociedad pierda riqueza. No sólo la vida privada se afecta por esta restringida visión del hombre, sino también los sistemas sociales, económicos, políticos, educaciones, etc. De esta manera, cada hombre se relaciona de una mala manera consigo mismo. Pero, quizás lo más grave, es la desvirtuación de la relación del hombre con el hombre, con el mundo y con lo trascendente: reducida la realidad toda a una sola dimensión , se empobrece la relación del hombre con esa realidad. He aquí la base de una existencia sin sentido, con una fuerte tendencia a la nada y al vacío, sentimientos claramente presentes en las sociedades contemporáneas, sobre todo en las desarrolladas.
A la luz de algunos de estos errores en la consideración del hombre y su fin último, es que Maritain propone un nueve concepto de cultura o civilización, en el cual queda consignada toda la diversidad de lo humano, desde lo material hasta lo espiritual. El espíritu y la materia, lejos de ser enemigos irreconciliables, están llamados a construir una auténtica civilización, en la que el ser humano pueda, por fin, vivir como persona. En tal civilización, el hombre ha de ser libre de toda miseria, la que aliena al hombre, impidiéndole poder desarrollarse moralmente y también a través de actividades tales como las especulativas, las artísticas y las religiosas.
Maritain concibe al hombre como un ente personal de finalidad trascendente, por lo tanto, una auténtica civilización ha de considerar, además de lo ya dicho, el modo como puede ayudar al hombre a lograr su fin propio. Gobernar, hacer política o economía no serán actos civilizados si no abarcan lo inmanente y lo trascendente del hombre. Si bien es cierto que la Ciudad definitiva es algo que será más allá de la historia, pues, recordémoslo, la doctrina maritainiana es cristiana, debe comenzar a hacer realidad en la historia.
Por todo lo dicho, podemos concluir que el ideal social de Jacques Maritain es algo que aún no se ha hecho carne. Sus planteamientos siguen siendo una urgente exhortación, que nos recuerda las palabras que hace dos mil años dijera Jesús de Nazaret: “Busquen el Reino de Dios y Su Justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura.”
El Proyecto Social de J. Maritain. Vilma Navarro y Fraño Paukner A Parte Rei 33 http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/index.html 2